Strawberry Fields, nothing is real ~

Como no podía ser de otra manera: bosque. Adoraba los bosques, toda esa humedad helada, los helechos colgando de todas las ramas, los monumentales troncos caídos. El escenario perfecto para cualquier acción. Quizá relacionaba ese gusto particular por los bosques con algo de su huída: no solía haber muchos bosques en Rusia. No donde ella estaba de pequeña. Todo allí era seco, yermo, podías ver la tierra que pisabas manchada con pequeños borrones de un verde deprimente. Amaba su tierra, pero no volvería a verla, y esa era su manera de inmunizarse contra aquel punto débil: desarrollando gusto por su total opuesto.
Correr en los bosques se había vuelto casi un hobbie. Acostumbrada a la vida nómade, le era imposible permanecer todo el día sentada en un sofá mirando la cuadrada y chata televisión que colgaba de su pared. Mas aún si podía ver la espesura del bosque que la rodeaba, el agua que caía constante, las indefinidas nubes que cubrían el cielo.
En eso estaba: mirando televisión casi sin verla, prestandole atención a cada minúscula particula de polvo que flotaba en el aire, a cualquier cosa, excepto a ese aparato al cual no terminaba de acostumbrarse, cuando comenzó a caer una lluvia torrencial, esa qe la empapaba y la hacía sentir verdaderamente viva, verdaderamente existente mientras corría a toda velocidad y trepaba por las resbaladizas ramas de los árboles, aferrandose a los troncos casi como un insecto. Hasta llegar a las copas de los infinitos árboles. Esa era su parte preferida. Bueno, quizá una de ellas: amaba tambien la adrenalina artificial que subía por sus vacías venas mientras corría, y sabía muy bien que era artificial, pues sólo un ser humano podría fabricar esa inutil adrenalina - nuevamente, infamando aquello que deseaba, aunque solo fuese para cubrir el dolor que le provocaba el no poseerlo -. En lo alto de los árboles se detenía. Allí la lluvia caía con mayor fuerza, casi como granizo. Su cabello pegado a su cara, sus ropas adheridas al cuerpo, los pies descalzos y los ojos más brillantes que nunca. Realmente lloraría si pudiese y supiese hacerlo. Cuando más se aceleraba, cuando más inhumana se volvía, era cuando más frágil se sentía. Si, era bipolar. Total y absolutamente bipolar.

Su madre y su padre se encuentran aún en la monumental casa Cullen. El encuentro familiar entre Cullen's y Hale's adultos que se hace todos los meses, realmente la vuelve loca. No soporta estar sola, encerrada en su frío y a la vez cálido hogar. ¿Por qué demonios sus primos podían estar todos juntos, y ella quedarse allí? La castaña no comprende aquello, y jamás lo hará.

Suspira, echa un ovillo sobre su cama, aquella que SÍ usa. Porque claro, Nessie no es como toda su familia. La adolescente es la envidia de todos, pero a su vez ella envidia a los demás. Qué más dá, odia aquellos trabalenguas en los que se ve sumergida a diario, en las contraposiciones Cullen.

Sólo el repiqueteo de la torrencial lluvia que comienza a caer del cielo la hace salir de su ensimismamiento de pensamientos. Se incorpora en su lugar, como le es posible, y va hacia la ventana. En sus labios se esboza una pequeña sonrisita, al ver la oscuridad bañarse de agua. Y la desición ya está tomada en su cerebro para ese entonces. Saldrá, aunque esté rompiendo alguna que otra regla de Edward y Bella. Qué más dá, mierda.

Sin siquiera buscar un abrigo, la castaña sale de su casa enfundada en un pequeño short blanco y una camisa sin mangas color vorrabino. Y es que sí, siempre está arreglada. Sólo por si Jake llega a cruzarse en su camino, o en sus sueños.

Sin pensarlo dos veces, Renesmee comienza a encaminarse hacia el lindero bosque. Con facilidad, transpasa sus frondozidades, caminando a paso seguro. Su vista vaga de aquí para allá, mientras su andar pausado y tranquilo, casi humano, la lleva hacia quién sabe donde.

Allí estaba, sobre las finas ramas de los árboles, casi flotando sobre la niebla del bosque, con una mano sobre la punta de alto pino y la otra tendida al costado, mirando al horizonte, buscando quién sabe qué alli. Sus pensamientos divagaban, como ella, sin rumbo. Estaba acostumbrada a viajar sin rumbo, hacia donde fuese el viento. Pero allí arriba el viento era confuso y ella estaba confundida. Allí arriba, en su cabeza.
Su mirada recorría el bosque extendido a sus pies. Se sentía poderosa alli, tanto como se creía ser, tanto como se creía valer. Estaba sola, sola en ese nuevo terreno al que no acababa de acostumbrarse, extrañando su tierra desértica. Bueno, quizá no lo estaba.
El olor era casi insoportable, pero a la vez increiblemente familiar. Sabía que había pocos que olieran de esa manera. De esa manera tan repugnante y deliciosa a la vez. Era el inconfundible olor de un híbrido. Giro en su lugar, sin despegar los pies, y recorrió el bosque con una mirada fugaz.
Cerró los ojos, inhalando el aire lentamente, asimilandolo. Se encontraba cerca.
Giró sobre si una vez mas y se dejo caer de pronto, poniendo los pies en punta. Tenía la manía de ser tan instintiva al actuar, moviendose sin previo aviso, incluso a ella misma. Comenzó a resbalar entre las ramas, cayendo al piso en picada. Se detuvo tan pronto como había caído, sosteniendose de una rama con la mano derecha, y quedó colgando allí unos segundos, hasta que saltó nuevamente y cayo al piso, amortiguando la breve caída con un dejo animal.
Se volteó nuevamente y miró al híbrido con una sonrisita. Esa extraña sonrisa que mas bien parecía una mueca. Como no sonreír al híbrido, siendo este una amiga de años.

La ya no tan pequeña castaña a dejado su instituo y subsistencia en su cama. Y es que ha salido a caminar y disfrutar de aquella fina lluvia caer sobre su cuerpo. Ha salido a ser una humana, o un híbrido al cual obligan a alimentarse de cereales. PUAJ! ¿Cuándo aprenderá su madre? Pero ya, eso es otro tema que no debe pensar en este momento. Tal vez la próxima vez la acompañe de compras, para al menos elegir aquello que su gusto se asimila a la sangre, aquella que tanto extraña.

Suspira, mirando hacia un lado y otro, pudiendo reconocer con demasiada facilidad un árbol del otro. Y es que aquel lugar prácticamente puede pasar por su segunda casa. Tan cercana. Distraída como va, por suerte no ha heredado la torpeza de Isabella.

Sólo atina a sobresaltarse levemente cuando algo, o más bien alguien, aparece de golpe frente a ella. Está a punto de gritar, a sabiendas de que Jacob estaría alerta. Pero no, reconoce enseguida aquel rostro. Aquellas facciones que hace tiempo no ve.

- ¿Qué demonios haces aquí, Brooks? ¿Intentas matarme de un paro cardíaco? - masculla con sorna, mirándo a la chica con un gesto reprobador.

Ríe ante la expresión de su amiga. No estaba acostumbrado a ello, los paros cardíacos no eran algo que le molestase con frecuencia.
- Disculpa, me olvidaba de que tú tienes algo que late allí dentro - dice señalando con un gesto de la cabeza hacia el pecho de la chica.
Y es que no se acostumbraba aún al hecho de que haya crecido, a que la pequeña Nessie que había conocido pareciese ahora una chica de su edad. Bien, esto sería algo confuso, pero podríamos tomar su "edad" como aquella que aparenta y no la que en realidad tiene. Yendo al grano: no lograba acostumbrarse a que su mejor amiga, aquella que no veía hacia tanto tiempo, fuese tan grande como era. Hay muchas cosas a las que te cuesta acostumbrarte cuando eres inmortal y rígido como un trozo de mármol. Algunas de esas cosas son los cambios que tan velozmente se suceden en los humanos, y más aún en los híbridos, hasta que se detienen. Esos mismos que los vampiros olvidan con el correr del tiempo.
Veía a su amiga tan humana, tan parecida a Bella...
En cada gesto, cada palabra que pronunciaba, era idéntica a su madre. Al menos en lo que ella conocía. Aunque claro, podría rescatar algunos gestos de Edward en ella.
-Cuentame, Renesmee, ¿Qué es de tu familia y de ese... perro?
Pues claro, aunque no lo conociese personalmente, bastante sabía ya de Jacob para que no le agradase: era un hombre lobo y era un entrometido. Y, por si eso no bastase, estaba extrañamente "imprimado" con su mejor amiga. Podía ser Raissa una persona muy adaptable (aunque claro no lo era), pero de ningún modo querría a su mejor amiga enamorada de un hombre lobo. De ningun modo podría crear una frase con las palabras "hombre lobo-Renesmee-amor" relacionadas. Era quizá demasiado extremista con aquello, pero quería lo mejor para sus amigos, y claramente un perro no lo era.

Se lleva una mano al pecho, justo por sobre donde se sitúa su corazoncito. Ama tener algo latiendo allí dentro, ama ser diferente a todos los demás. Una sonrisita juega en sus rojos labios, mostrándola tan risueña como siempre. El que en poco tiempo ya tenga dieciseis años, no quiere decir que su mente sea más chica que ello. Es más rápida que los demás, evoluciona increíblemente veloz. pero ya, sabe que no irá más lejos que un año más, y por un lado le agrada. Jacob envejece lento, y podrá tenerlo con ella y para ella por un largo tiempo.

- No le digas perro - sus ojos se oscurecen de golpe, mostrando el enfado que aquella simple palabra produce en ella. Ha aprendido que hasta para ir al baño tiene a Jake detrás de ella, que no se despega ni un minuto de su persona. Ha aprendido a amarlo, desde que ha nacido. Nessie.

Ignora el resto de la pregunta olímpicamente. Sus padres, geniales, en una cena familiar sin menores. Já, qué ironía.

- Lo siento, lo siento. ¿Como era que se llamaba? - se acaricia el mentón, como si hiciese memoria. Irónica. Nada se le escapaba, nada se borraba de su memoria -. Jacob, ¿Cierto? De todos modos, aunque no sea un perro por su condición - frunce los labios ante aquello -, lo es por ti. Te persigue adonde vayas, yo ya le habría pegado un buen golpe por insoportable.
Menea la cabeza teatralmente. Es arisca, lo sabe, y no soportaría a alguien siguiendola aunque fuese por la causa más noble. No tiene paciencia para aquello, y eso no cambia. Nada en ella cambia.
Coloca una fría mano sobre el hombro derecho de su amiga. Hacía eso por dos motivos, el primero: era algo natural en ella, no era un motivo real. El segundo: sabía muchas cosas de ese modo.
- Y no insistas. Se que no te gusta que te diga Renesmee, a mi tampoco en realidad, es complicado, pero no te llamaré Nessie, no mientras conserve mi dignidad - sonríe, sabe que su dignidad es inagotable -. Tú eres buena - exclama, alzando ambas cejas en un gesto de asombro -. Cada vez que nos vemos tienes algo nuevo ¿Ahora rompes escudos?

Frunce apenas los labios, niña. Jacob, SU Jacob. Le importa un comino si es un maldito perro faldero. Se ha acostumbrado a su compañía, y no podría vivir sin él, lo sabe. - Te cortaré la lengua la próxima vez que hables mal de él, Raissa - masculla, aún con esa frialdad apoderándose de ella. Chasquea los labios, meneando suave la cabeza.

- Y sí, rompo escudos, asi que no intentes nada conmigo, bonita - añade, irónica. Le saca lalengua luego, alejándose de su tacto. La observa fijamente, con una ceja alzada. - ¿Qué hacías aquí? - pregunta luego, entre curiosa y ávida. Es sólo para alejar el tema de Jacob, y de ella misma. Odia hablar de si misma como un fenómeno adelantado.

- Realmente te veo dificil eso de cortarme la cabeza - ríe, ante las expresiones de su amiga, esas infantiles expresiones -. Y no te preocupes, que yo tambien puedo romper escudos siemrpe que esté cerca tuyo - saca la lengua, imitandola. Eso de copiarla se le daba bien, era su especialidad.

Quiere evitar su pregunta a toda costa. Odiaba dar explicaciones, su amiga debería saberlo, y ella no se lo recordaría. Y, en todo caso, tampoco sabía que hacía allí. Ahora que lo pensaba, ¿Cuantos años tendría Renesmee? Si el calculo no le fallaba, andaría por los quince, dieciseis años. Diecisiete con toda la furia. No solía manejar grandes margenes de error, eso le irritaba.
Entonces, si su amiga tenía unos jovenes quince/dieciseis años, ¿Qué hacía allí, lejos del refugio de su padre y del olfato de su novio? En el "peligroso" bosque, fuera de su castillo de cristal.

-Tú dime qué haces aquí, princesita. Yo ya estoy bastante grande para darte explicaciones - otra vez ironiza. "Bastante grande", con precisión, serían unos ciento quince años, aproximadamente.

- La lengua Raissa, no la cabeza - musita, con una mueca de asco en el rostro. Claro que no le resultaría difícil aquello. Ella es veloz y sabe como demonios actuar en cada minuto que sucede. Pero quita aquellos pensamientos horrorosos de su mente con rapidez. Ella no quiere asesinar a su amiga, claro que no. Que idiotez.

- ¿Ahm, qué hago aquí? - repite, ahora si enarcando ambas cejas, mirándola inquisitiva. - Yo pregunté primero, asi que tú responderas - musita, mirándola fijamente, desafiante casi. La castaña no tiene mucho que contar. Está allí porque eso se le ha antojado. Puede hacer lo que quiera con su vida, y sus padres no están permanentemente detrás de ella. Si Jacob, por eso le resulta algo extraño que aún no haya aparecido, más cuando puede sentirse el olor a vampiro a su lado.

((off: aaaaaaaaaa porque siempre leo mal todo lo qe me poneeeeees -.- XD))

- De verdad, me extraña que tu perrito faldero no haya llegado aún. Me encantaría ver su cara de espanto al encontrarte conmigo, ¡Imaginate! Su preciosa Nessie con un malo malo vampiro - murmura en tono burlón. Buscaba la manera de evitar su pregunta. No quería dar explicaciones, y no lo haría, no antes que ella, no se dejaría amanzar.

Le gustaba enloquecer a su amiga, pero sabía que eso no era fácil. Renesmee tenía un temple increíble, y ella no era lo suficientemente paciente para soportarlo. Muy pocas veces llegaba a molestarla al punto en que lo demostrara, pero constantemente quería conseguirlo. Lo suyo era una lucha constante, probaban quien era más inteligente y , a su pesar, la pacifica Renesmee solía ganarle. Aunque claro, ella nunca lo admitiría.

- En serio, niña, ¿Qué haces lejos de tus padres?¿Qué le sucedió a Edward que lo obligó a dejarte alejarte de sus dominios? Despiertas mi curiosidad, Renesmee, y sabes que es infinita.

- Antes que nada, chupasangre, niña eres tú, no yo - masculla entre dientes, mirándola despectivamente. Descalza, absolutamente empapada, más que ella. - Y deja en paz a Jacob, o lo llamaré, y te hará pedazos. Y no me importará que seas mi amiga en ese momento - le advierte, y aun conserva esa fachada de seriedad total inundando su perfecto rostro.

Chasquea la lengua cuando oye el nombre de su padre salir de entre los labios de Raissa. - Sólo está en una reunión con mi madre. No saben que me encuentro aquí - responde a duras penas, con tranquilidad. A ella no le importa nada. Sabe que jamás la regañarán, es dueña de su propia vida.

No podía creer lo fácil que había resultado. Con sólo hablar unos segundos de "su adorado Jacob", Renesmee enloquecía. Increíble. Le había costado encontrar ese punto débil. Ríe socarronamente ante aquella idea. "Su punto débil". Tan cursi.
-Disculpame, HÍBRIDA, pero no te creo capaz de eso - una mueca fugaz cruza su rostro. Se detestaba a ella misma cuando decía esas cosas, pero su orgullo era mucho mayor -. En cuanto a esto de que estés aquí, realmente no me importa mucho lo que hagas con tu vida, pero no quiero ser yo la reprochada por cualquier cosa que pueda ocurrirte. Conste - se adelantó con énfasis - que soy consciente de que tienes tus mecanismos de defensa. Sabes que no quiero correr riesgos estúpidos. Así que decidete, si vamos a hacer algo estúpido, si vamos a correr un riesgo, que sea un riesgo importante, no algo ocmo "escaparse de casa porque no me invitaron"- murmura, empleando nuevamente un tono infantil y burlón.
- Y, de todos modos - agrega -, no te olvides de que Alice puede saber que es lo que estas haciendo una vez que tomaste tu decisión, cosa que hiciste hace ya unos minutos creo. Considerate atrapada en este momento si tus padres no quieren que tu salgas de la casa - miró a su alrededor de manera teatral, siguiendo el hilo de sus reflexiones -. Yo no veo a nadie por aquí. Considerate libre entonces - sonríe, subiendose en un desliz a una alta rama en un árbol detras suyo.

- Blá blá blá - murmura con sorna, rodando los ojos. - Todo lo que dice me entra por un oído y me sale por el otro, Raissa - masculla, cruzando sus brazos frente a su pecho. Se gira sobre si misma, tan sólo para seguirla con la mirada. - No corro riesgos, soy fuerte, y tengo más poder que cualquier vampiro común - masculla, encogiéndose de hombros con tranquilidad. Ella no tiene miedo, jamás.

- Y conr especto a Alice.. me da igual. No me dirán nada, ya verás - esboza una pequeña sonrisa de suficiencia, superioridad. Puede resultar tan jodidamente ególatra a veces.

- Veo que entiendes tanto mis palabras - murmura, sarcástica -. Se me acaba de caer un ídolo, Renesmee, creí que eras un poco más inteligente.

Patea la mohosa rama bajo sus pies con fingida rabia y sacude su cabello, sin mucho logro: seguía absolutamente aplastado contra los costados de su cara. Se pone de pie y comienza a caminar sobre la rama como si fuese una cuerda floja. No cesa de caminar mirandose los pies, y dice en tono monotono:

- Si quieres vamos un poco más lento, quizá mi mente es demasiado veloz para qe tu puedas seguirla. Se trataba en realidad de una serie de reflexiones. Tú solo piensalo: Alice ve todo lo que decides, y no puede ocultarselo a Edward claramente, por lo que toda tu familia en este momento está enterada de que tu no estas en tu tibia cama - le resultaba extraño pronunciar esa palabra. Cama. Un termino muy poco utilizado -. Por lo tanto, ¿No crees que ya estarían aquí si les preocupara tu seguridad? - continúa, usando un tono cada vez más pomposo -. Entonces: yo no veo a nadie por aquí, y podemos dar por sentado que SABEN MUY BIEN que estás aquí. Podríamos decir entonces que te concedieron libertad, al menos provisionalmente - comienza a mover las manos cansinamente, le molestaba explicar las cosas, especialemente cuando las daba por algo totalmente sencillo y fácil de entender. En otras palabras: una completa estupidez.

- Dime Renesmee, llegando a esa conclusión, estando libre, tú puedes hacer lo que se te antoje. Dime entonces, ¿Qué quieres hacer? - concluye, saltando bruscamente a una rama que se encontraba unos tres metros encima de su cabeza.

Rueda los ojos, mientras escucha con algo de distracción las palabras de Raissa. No la sigue ya con la mirada, sólo observa perdidamente el suelo, mohoso. Ella jamás ha estado atada a nada, siempr eha podido hacer lo que se le ha antojado en su corta vida.

- Siempre he sido libre, Raissa - masculla con desgano, niña. Así como nota el tono del vampiro al explicarle, ella también lo usa, como si fuese muy obvio lo que está diciendo. - Y no sé lo que quiero hacer, si lo supiera no estaría aquí parada, mojándome - añade con sorna.

- A mi me parece que no - murmura, realizando un par de piruetas sobre la misma mohosa rama.
Estaba realmente inquieta ese día, debía admitirlo. Eso no solía pasar muy seguido, o quizá si, en realidad, dependía bastante de su actitud y su humor. Y ese día tenía un humor maravilloso, eso si que era extraño. Levanta la cabeza luego de un salto particularmente ágil y mirá a su amiga.
- No creo que tu imaginación esté del todo libre porque, en ese caso, no estarías allí parada como una niña boba mirando el piso. Tienes un mundo alrededor, gira con él - dijo, riendo histéricamente.
Por eso odiaba estar de buen humor. Comenzaba a decir cosas que nunca diría, se ponía optimista. Dios, eso era impensado en ella. Raissa optimista, jamás. Ella solía ser la aburrida, la que arruinaba los planes, la que se quedaba parada como una niña boba mirando el suelo. Si, esa solía ser ella. Cuando no estaba con el extraño buen humor que tenía esa tarde.
Salta de la rama girando hacia atrás, como si se tratara de un buzo en pleno océano. El bueno humor la ponía hiperactiva, escándalosa. Rídicula a su pensar normal. Divertida a su pensar reformulado. No se entendía a ella misma en ese momento, por lo que decidió - como solía hacerlo y venía haciendo hasta el momento - dejarse llevar. Así había sobrevivido durante cien años, ¿Que habría de malo entonces?

Carraspea levemente, por fin elevando su rostro para clavar la mirada en Raissa. Menea suavemente la cabeza, en señal de negación. No, realmente no la reconoce. - ¿Quién eres y que demonios has hecho con mi amiga malhumorada? - inquiere con algo de brusquedad en su voz, quizás. Y es que.. no termina de comprender por qué semejante felicidad.

Si para ella es un día olvidable seguro. Sus padres en una jodida reunión sin hijos, Jacob vaya a saberse dónde. Realmente se siente sola a veces, aunque suele tener la vista de todos en ella veintitrés de las veinticuatro horas diarias. Malcriada, esa sí es una palabra que la define bien. La castaña es una jodida malcriada de Edward y Jake.

- No, realmente no se qué me sucede - comenta, riendo de una manera infantil que realmente no era la suya -. Ok, detengámos esto - murmura.

Se aclara la garganta y se despereza en silencio. Se trona luego los dedos de las manos de todas las maneras en que podría hacerlo - léase los nudillos, de costado, todos a la vez, etcétera - y el cuello y espalda. Era una maniática tronandose los huesos. Se quita el cabello de la cara, cosa que con la lluvia se le volvía un tic nervioso, y se frota las manos como si tuviese frío. Vuelve a la misma rama, pero esta vez lo hace con calma, de un único y preciso salto, y se sienta sobre ella balanceando las piernas. Apoya el brazo sobre su rodilla y la cabeza sobre la mano. Ese si era un gesto propio de ella.

-¿Así te gusta más? - pregunta, volviendo al tono monotono y aburrido que solía utilizar -. Disculpa mi sobreexcitación, lo que sucede es que me aburro, no se si te sonará familiar - murmura, una especie de sonrisa comienza a invadir su rostro, aunque hacía cuanto podía por evitarla.

Frunce los labios inconcientemente, cruzando ambos brazos frente a su pecho. - Realmente no sé que prefiero, Raissa - comenta con un tono de voz cansino y monocorde. ¿Qué sucede? Ella también se aburre, inmensamente. Necesita hacer algo ya, que la deje o cansada, o hiperactiva como ella SÍ es.

Tendrá que pensar seriamente qué hacer de su vida cuando no tiene nada realmente por delante. Su meta ahora, Jacob. Aunque sabe que es algo demasiado fácil, y luego volverá a aburrirse.

- Y sigues mirandote los pies, pensando en el bobo de tu novio, aburriendote. ¡Haz algo con tu VIDA! - dice, sin levantar la voz, pero poniendo un inmenso énfasis en aquella palabra.
Vida, ¿Era eso lo que tenían los híbridos?¿Sería una vida, como la humana, o una existencia, como la vampira? Ese punto le resultó algo confuso, pero no podría pasarlo por alto. Era la clave de muchas cosas en su cabeza. En parte, para poder decirt algo con razón en presencia de Nessie. Ella le decía "HIBRIDA" casi como un insulto cuando su amiga le llamaba "chupasangre". Aunque claro, no serían mejores amigas si no se insultasen constantemente.
- No tienes idea de la cantidad de cosas que podría hacer yo sabiendo que soy mortal y tengo un tiempo de vida limitado. Esas cosas se vuelven aburridas cuando pierden el riesgo, cuando tienes tiempo ilimitado para hacerlas.
Y eso era verdad, de la más profunda verdad. Con el tiempo se volvían aburridas aquellas cosas que los humanos amaban hacer, aquellas cosas que les llenaban de adrenalina. Léase deportes de riesgo, los había probado todos, no había uno solo que le hubiese gustado lo suficiente comko para repetirlo.